domingo, 3 de enero de 2010

Una muerte silenciosa ¿lenguas nativas americanas?

El quechua, el guaraní, el náhuatl, el maya, entre otras (lenguas), son el testimonio de grandes civilizaciones perdidas que nos han legado ese medio de comunicación.
Lisandro Otero

     El latín –como otras muchas- es desde hace ya unas cuantas centurias una lengua muerta, pero ¿cómo y por qué mueren las lenguas? ¿La respuesta la encontramos sólo en el simple hecho de que deja de utilizarse en el habla de los pueblos? Y si así fuera, por qué dejan las personas de hablar la lengua de su región, la que hablaron sus antepasados y llevan impregnada desde antes del nacimiento mismo de todo ser individual que forma parte de un tronco cultural afín. 
     Los procesos culturales y el propio devenir histórico global y de cada una de sus zonas geográficas manifiestan un constante cambio y renovación dialécticos que se reflejan en el pensamiento, las actitudes y por supuesto en la manera de comunicarse de las personas. El habla como hecho lingüístico se modifica fundamentalmente en el uso, lo que está condicionado por un sinfín de motivos. Los medios de comunicación masiva son hoy uno de los detonantes más fuertes que desatan el uso en la escena popular de frases que por su connotación –incluso por las reinterpretaciones que de ellas se hacen- llegan a convertirse en modismos y en el peor de los casos en muletillas o clichés. Constantemente estamos asimilando información que lingüísticamente nos readecua los modos de habla que tradicionalmente hemos venido utilizando como norma personal.
      Según la UNESCO en el mundo se hablan alrededor de 7 000 lenguas de las que cada año desaparecen 20. Las lenguas más amenazadas son aquellas con menos de mil hablantes. Por si fuera poco, la mitad de las existentes están bajo amenaza de extinción debido a presiones culturales y económicas. Investigaciones del profesor Darrell Addison Posey de la Universidad de Oxford confirman que de esas casi 7 000 lenguas están clasificadas como indígenas entre 4 000 y 5000. Los estudios de Posey concluyen que 234 lenguas han muerto en los últimos 15 años. Y algunos investigadores calculan que en los próximos 100 años el 90 por ciento de los idiomas del mundo se habrá extinguido o estará por extinguirse.
     Tan impactante aseveración nos obliga a revisar la actual situación lingüística de nuestro continente americano, donde se hablan unas mil lenguas indígenas, que corresponden aproximadamente al 25 por ciento de las lenguas del mundo. Desafortunadamente la mayor parte de esta desmesurada cifra está desapareciendo en muy poco tiempo. Estiman estudios lingüísticos internacionales que de seguir con ese mismo ritmo al finalizar el siglo se perderán el 50 por ciento de las lenguas originarias que aún se practican en el mundo. Algunos especialistas sostienen que se trata de una tragedia evitable, mientras otros lo ven como un destino consustancial a toda lengua; pero la alarmante realidad apunta que en cinco siglos ha desaparecido la mitad de las lenguas originarias de América. 
     Enfrentadas a la cultura occidental y a la presencia dominante del castellano, el portugués y el inglés hay lenguas indígenas que apenas sobreviven por el uso que de ellas hacen pequeños grupos de personas, en su mayoría ancianos. El profesor Carmelo Sardinas Ullpun, que coordina la enseñanza del quechua, estima que 18 millones de personas en América del Sur lo hablan, pero advierte que esta lengua se está perdiendo frente al español pues muy pocas familias indígenas la mantienen como habla común. 
     En Argentina, además del español, que es el único idioma oficial a nivel federal, existen más de 20 lenguas vivas en distintas provincias del país. El más extendido es el quechua al noroeste de Buenos Aires. El quechua en el caso de Bolivia es diferente pues es considerada una lengua oficial junto con el aymara y el español. Según explica Modesto Gálvez Ríos, de la Dirección Nacional de Educación Bilingüe Intercultural en Perú: “(…) existen como 80 lenguas y dialectos. Muchos de ellos empero están por desaparecer. Así como la gente se preocupa por conservar el Chan Chan o el Machupichu, también se deberían preocupar por este patrimonio no tangible. A través de Internet podemos poner en marcha campañas de sensibilización, además de difundir la belleza y variedad de nuestras lenguas”. 
     En el estado de Michoacán, México, la mazahua es una de las lenguas en peligro de extinción que ocupa el territorio estatal con una dinámica acelerada en la reducción de sus hablantes. En la actualidad sólo el 8 por ciento de sus hablantes son niños, el resto se expresa ahora en español o, increíblemente, en inglés. ¿Por qué es importante hacer alusión al porcentaje de los niños que hablan alguna lengua indígena? Simple, porque constituye un indicador del grado de transmisión y conservación de las lenguas, mientras más pequeño sea este porcentaje, la lengua tiene mayor riesgo de desaparecer. Y es que realmente muy pocos hablan los dialectos autóctonos y los estudian como propios, no son materia de la educación en ninguno de los niveles de la formación escolar para los mexicanos. La lengua mazahua, que ocupa 15 municipios del estado de México y Michoacán, perdió el 12 por ciento de sus hablantes entre 1990 y el 2005 y un alto porcentaje de ellos son sólo oyentes.
     Para el escritor dominicano Marcio Veloz Maggiolo el problema que enfrentan las lenguas nativas de América es que son muy locales, lo que dificulta su preservación. Por su parte las investigaciones del lingüista Michael Knapp Ring reflejan que “(…) este fenómeno es consecuencia de la ruptura generacional que ha provocado los cambios culturales de las últimas décadas y la cercanía de las comunidades con los grandes centros urbanos (…) en algunos de estos casos son los mismos padres quienes toman la decisión de no continuar con la enseñanza de la lengua, pues piensan que así les podrán dar un mejor futuro a sus hijos”. 
     Aunque el título de este comentario pueda dar la impresión de que la desaparición de las lenguas originarias de nuestras tierras de América es inmanente, la realidad no es tan nefasta en este siglo XXI en que la digitalización y muchas instituciones y estados se están preocupando por la conservación de nuestro patrimonio lingüístico y cultural porque además estas lenguas indígenas influencian al propio español como mismo reciben de este y otros idiomas que confluyen dando lugar a otro mestizaje cultural y lingüístico.

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