lunes, 4 de enero de 2010

Desde las alturas una mujer escribe: Mariela Varona

      Mariela Varona le arrebató a Ana Lidia Vega Serova el Premio de Cuento La Gaceta de Cuba en el año 2001 con su cuento Anna Lidia Vega Serova lee un cuento erótico en el patio de un museo colonial cuando aquella concursaba con el mismo cuento que leyera aquella tarde fallida. En el cuento laureado Mariela se pregunta por qué nunca escribe cuentos como ése, como si le hiciera falta. El centro de su duda se hallaba entonces en la imposibilidad de (d)escribir el placer, “ese placer público que va tocando a cada una de las cuarenta personas que” escuchaban a la Serova en el patio de la Periquera en aquellas ya lejanas Romerías.
      Conocí a Mariela a través de La Gaceta 1ra del 2002 en que se publicó el cuento antes aludido. En ese mismo año llegó un nuevo premio, el David y la publicación por Ediciones Unión de Cable a Tierra. Mariela Varona es egresada del 3er Taller de Técnicas Narrativas del Centro de Formación Literaria “Onelio Jorge Cardoso”, en el 2000 obtuvo la beca de creación Caballo de Coral que ofrece el propio centro Onelio y en el 2003 publicó El verano del diablo en Ediciones Holguín.
   Ahora acaba de publicarse un nuevo volumen de cuentos: La casa de la discreta despedida, recién presentado por la propia autora el pasado jueves en el espacio del café literario en el patio de la UNEAC. El libro, de cuidadosa edición a manos de Ernesto Pérez Castillo, salió publicado bajo el sello de Ediciones Cajachina en su Colección Dienteajo del Centro de Formación Literaria “Onelio Jorge Cardoso”.
     El libro está conformado por 9 cuentos: Teoría del cuarto oscuro, Envidia de los pájaros, Llévame a navegar, Las putas no tienen nombre, Porcelana, Los asesinos, Una cuestión de plumas, Black Dog y La casa de la discreta despedida que da título al libro.
     Según se lee en la contracubierta “estos cuentos son un paseo por la muerte: la muerte del deseo, la muerte de la esperanza, la muerte del amor. Sus personajes viven la soledad del que está en medio de una multitud que mira a otra parte, a ningún lugar, a nada. Son seres que se despiden, no porque se marchen sino porque, inmóviles e indefensos, solo atinan a decir adiós a la vida que corre por su lado, sin mirar atrás”.
     Si miramos su estructura desde el punto de vista narratológico nos devuelve una ecuación perfecta: 4 cuentos escritos desde la perspectiva de una narradora que es a la vez personaje protagónico y 4 desde la visión de un narrador igualmente protagonista de la historia, y en su justo centro un clásico narrador omnisciente que a través de sus ojos de dios todopoderoso mueve y deja ver los resortes de la historia de una señora de más de sesenta años jubilada y sola… La omnisciencia no es ya categoría de estos tiempos por eso el empeño directo de narrar desde la 1ra persona, la mejor escogida para visualizar cada historia personal e íntimamente propia y a la vez ajena, porque cada uno de nosotros a la vez está siendo vivido por un ser al que nunca se llega a conocer del todo.
      Estos cuentos dejan ver la destreza de una narradora que cual artesana de historias de vida nos deja ver la ingeniosidad de quien ha nacido para ficcionar la vida que corre a su lado y se entremezcla con la suya propia en un entramado urbano unas veces local otras capitalino. De sus páginas saltan personajes nacidos del tiempo en que cursaba el taller de Heras León, otros de más reciente creación pero al final nos asalta una obligada pregunta ¿cuáles, si no estos, serían los mejores cuentos que pudiera escribir Mariela?

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