¿Casasus? ¿Quién?

José Esteban Casasús
¿EL DECANO DE LA CINEMATOGRAFÍA EN CUBA Y EN MÉXICO?

POR: Arturo Agramonte y Luciano Castillo

Su año de nacimiento fue un enigma hasta hace muy poco tiempo, cuando la paciencia y tenacidad investigativa, tornaron posible lo que eran meras conjeturas, aunque con visos novelescos. En la Iglesia Parroquial de "La Purísima Concepción", de Caibarién, fue descubierta la partida de bautismo de "un niño que fue impuesto en la casa de D. José Casasús en la noche del día veinte y seis de diciembre del año próximo pasado; llevando encima un papel en el que decía que era hijo de padres blancos, que no estaba bautizado, que había nacido en aquel mismo día. Se hizo cargo de su lactancia y educación el mencionado D. José Casasús. Se le puso por nombre José Esteban"(2). Era, quizás, una pieza del rompecabezas que faltaba para intentar completar, en alguna medida, los dispersos datos de la biografía de uno de los pioneros del cine cubano, hasta ahora conocido solo como José E. Casasús.

Su fecha de nacimiento se establece el 26 de diciembre de 1871 y sus padres adoptivos fueron Don José Casasús y Miró, natural de Torre Dembarr, Pa. Tarragona, y Doña Prudencia Valdés, expósita, natural de Santa Clara. Desde muy joven, José Esteban Casasús se inició como actor en la compañía de Luisa Martínez Casado, en la que permaneció varios años y realizó giras por varios países de Latinoamérica que le permitieron acumular experiencias.

Se encontraba en México, "en tiempos de Don Porfirio", cuando Don Joaquín de Casasús, un pariente suyo, arribó de un reciente viaje a París, con uno de los primeros aparatos de cinematografía que habrían de llegar a América. Con él recorrió todo el territorio mexicano hasta que decidiera prolongar su trayectoria a la isla caribeña que le vio nacer. En Cuba, José E. Casasús se asoció con Don Luis Ronconi para formar una incosteable compañía de dramas y comedias cuyo elenco integraron, entre otros, Enriqueta Sierra, Celia Adams y León Bravo, esposo de Evangelina Adams. Esta última, junto a Gerardo Artecona, otro actor de la troupe, protagonizarían Manuel García o El Rey de los campos de Cuba (1913), de Enrique Díaz Quesada.

La inestable situación forzó a Casasús a volver a pensar en aquel "aparatico cinematográfico" y las vistas animadas que había traído, como La colmena maravillosa y A papá la purga, que algunos testimonios de la época registran haberse exhibido en el teatro La Caridad, de Santa Clara.

Al conocer la existencia de la patente por los hermanos Pathé del entonces incomprendido invento de los Lumiére, se puso en contacto con ellos y adquirió el No. 11, en medio del escepticismo de los nuevos compradores y, evidentemente, fue este cubano uno de los primeros en sumarse a las huestes de admiradores de las "vistas en movimiento".

En el mes de julio de 1898, José E. Casasús devino el realizador de la segunda cinta rodada en Cuba, pero la primera dirigida por un cubano: El brujo desapareciendo, corto publicitario patrocinado por la Cervecería La Tropical, en el que también actuó. No se conservan más referencias que el brujo de marras, como en cualquier inocente fantasmagoría de Méliés, "desaparecía" para tomarse un refrescante vaso de cerveza de esa marca. Se piensa que uno de los colaboradores de Casasús en este empeño, tal vez como operador de cámara, fuera Enrique Díaz Quesada, quien solo con quince años, le apasionaba el cinematógrafo. Muy ligado a él desde un principio, se revelaría como un discípulo tan aventajado que su prolífica obra le hizo merecer el apelativo de "verdadero iniciador de la cinematografía cubana".

Una copia del corto fue enviada a los hermanos Lumiére, que no solo exhibían sus vistas en París, sino también en Madrid y Berlín; otra fue remitida a Thomas Alva Edison, que compartía en Nueva York con Casasús, aquel afán de experimentación con el novedoso invento, al que intuía lucrativas perspectivas. Se especula que Casasús tuvo la oportunidad de conocer luego personalmente a aquellos inventores que le brindaron su apoyo, y de intercambiar impresiones sobre la técnica de esa naciente "industria" que, con el correr de los años cobrase tanta importancia.

Para impresionar al auditorio ante aquellas imágenes temblorosas, Casasús rompía el silencio con su voz entrenada desde detrás de la pantalla. El público, curioso ante el mágico entretenimiento, pagaba diez centavos por la entrada a funciones que exhibían películas de un minuto de duración con temas anodinos y con títulos de un primitivismo delicioso, al estilo de La gallina de los huevos de oro, Novela de amor, Satán se divierte o El beso de Judas.

Desde que Casasús comenzó a presentar películas le acompañó siempre como operador su hermano Diego. Hacia 1907, este trabajó como operador en las exhibiciones cinematografías que se realizaban desde la azotea del Teatro Nacional, en La Habana, para regodeo de los transeúntes que se situaban en el Parque Central.(3) Tal furor suscitó el espectáculo, según cronistas de la época, que se despertó la avidez de los empresarios y se multiplicaron las salas de exhibición. El 10 de julio de 1906, en su sección "Vida Teatral" del periódico El Mundo, Diógenes comenta humorísticamente que en la sala del Nacional, en la temporada de cine del Biógrafo —nombre del potente proyector— instalado allí por el mexicano Enrique Rosas, "se pone aquello de apaga y vámonos", durante las proyecciones.

Para entonces, Casasús logró, por medio de dos plantas eléctricas que compró, también a los hermanos Pathé, producir la energía requerida en las funciones extendidas, sobre todo, a la región central de la Isla: Cruces, Santo Domingo, Esperanza, Ranchuelo, Camajuaní y, por supuesto, su natal Caibarién, aunque también, en cierta ocasión, en Banes, en la antigua provincia de Oriente, le pagaron una enorme suma para que alumbrara una noche de baile en el Liceo. No pocas poblaciones cubanas conocieron la electricidad gracias a las plantas de Casasús que, como efectivo anuncio principal, según relatara en una entrevista, adornaba la calle principal adonde llevaba su cine, "con un cordón de bombillitos eléctricos con los colores nacionales, haciendo vibrar a la vez la fibra patriótica y levantando el entusiasmo hacia el espectáculo que les daría esa noche". Combinaba la exhibición de las películas con actuaciones de la Compañía teatral, para lo cual utilizaba los locales de las sociedades, liceos y teatros existentes cuando no recurría a una carpa.

El 21 de agosto de 1922, en el Teatro Verdún, ubicado en la que pronto sería conocida como la "Rúa peliculera de la regenerada y bella Habana" —la calle Consulado—, por la cantidad de cines proliferantes en ella, se efectuó el estreno de la comedia de enredos Casados de veras. Era el sexto título que ya inscribía en su incipiente carrera el incansable Ramón Peón, esta vez para la efímera firma Flash Films. Sobre el sencillo argumento, desconocido hasta la fecha, el propio cineasta declaró que "tendía a confirmar que no hay otra manera de casarse que no sea de veras". Las reseñas de la prensa, estimuladas por "las fundadas esperanzas en que un día renazca entre nosotros, gloriosamente como una de las industrias cubanas, esta de la cinematografía"(4), subrayaron no solo la labor de Peón como argumentista y director, sino también la de los actores, entre los que figuraban Billie Dear (la criolla Guillermina Vigas, amparada detrás del seudónimo anglófono), Mario Reno y, en el rol de Don Jaime Pozuelo, nada menos que José E. Casasús.

Notas:
1. Fragmento del capítulo de la nueva edición, ampliada y actualizada —en preparación— de Cronología del cine cubano, de Arturo Agramonte, publicada por primera vez por Ediciones ICAIC en 1966.
2. Certificación de nacimiento registrada en el Tomo 2 (B), Folio: 184, Número: 864, en la Iglesia Parroquial de Caibarién. Los autores desean testimoniar su gratitud a Ardelio Parrado Jiménez, del Cine Club Caribe, por su imprescindible y generosa contribución en la localización de este documento.
3. Por los años 1918-1919, Diego Casasús trabajó en el cine al aire libre Camelia Garden, situado en la Esquina de Tejas y luego llamado Valentino, que fuera demolido en 1966.
4. Enrique Agüero Hidalgo: «Hurgando en el pasado del cine cubano: la película Casados de veras», en: Cinema No. 258, La Habana, primero de noviembre de 1940, p. 2

1 comentario:

Anónimo dijo...

Que bien, es muy comun pensar que anyes del 59 no se hacia cine. me gustia saber si alguien tienen algun libo publicado donde se pueda encontrar coasas como esta