jueves, 17 de febrero de 2011

Los cuenteros de Pico de Oro

A Norma Arencibia la conocí cuando yo, una niña de dieciséis años, llegaba a Holguín en busca de algo que allá en mi pequeño barriecito rural no encontraba. Todo al que conocía me pronunciaba la misma frase: de allá de Velasco también es Norma y luego venía la pregunta ¿la conoces? A lo que yo respondía: no, no la conozco. Hasta que por fin la vi presentando un monologo en el que esa mujer no se como se hace para pregonar tantas cosas sin trabarse. Ese es mi primer recuerdo a la que hoy me une una buena amistad, no solo por ser del mismo terruño sino porque además compartimos la misma ansia por que en arte crezca en cualquier terreno que sea capaz de nacer.
Son las ocho de la noche y recién llego de mi primera vez en la ya habitual travesía de Holguín a Velasco en un día donde los cuenteros celebran un aniversario del nacimiento de ese gran hombre que fuera Félix Varona. Hace seis años ya que Norma Arencibia arrastra a viejos y jóvenes apasionados por la narración oral hasta esa monumental obra de la arquitectura cubana que es la casa de cultura de ese pequeño pueblito que más no puede hacer ya por mantenerla en pie, pues es muy doloroso ver como los techos se han caído y la carpintería está comida por todo tipo de bichos que se alimentan de madera. A pesar de que los que en esa preciosa casa habitan intentan arreglarla y mantenerla hermosa.
Contamos, cantamos, caminamos, comimos y soñamos en Velasco. Soñamos con volver el próximo año, yo por segunda vez otro por sexta, pero en fin volver. Ojala que el próximo año volvamos a ese pueblito por todos los días que dura el festival, ojala que cuando volvamos la casa esté reluciente y remozada, ojala cuando volvamos tengamos el espíritu y l fuerza de Norma Arencibia para seguir contando, para seguir defendiendo el arte donde quiera que esté.

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