martes, 8 de junio de 2010

Si censurar es malo…

POR. Yenny Pérez Ramírez
Hablar de censura a las alturas del siglo XXI es una retórica a la cual ni los más críticos resisten volver sobre ese suelo tan mojado. Es por eso que yo no quiero hablar aquí de la censura, mucho se ha hablado ya de la censura a la libre creación, de la que limitaba al hombre y a la mujer a expresarse y vivir libremente… de la censura se ha dicho y se ha vuelto a decir por eso hoy yo quisiera hablar de una que no se habla mucho pero que afecta a la sociedad de hoy: la autocensura.Si la censurar, o sea la limitación que ejercen otros sobre nosotros, es malo peor aún es la limitación que ejercemos sobre nosotros mismo. Todos de una forma u otra conocemos el significado de la palabra autocensura, pero ¿todos sabemos reconocerla? Algunos quizás la reconozcan a primera vista y tratan de evitarla, otros no se dan ni siquiera por enterados de que se limitan, y en el peor de los casos están aquellos que se autocensurar sabiendo que lo hacen y que lo necesitan para sobrevivir. Esta es una postura común entre los artistas e intelectuales de hoy, sin dudas esta es una posición cómoda para no perder ciertos privilegios.
Para nadie es un secreto para nadie que en la Cuba de hoy existen personas que si no están prohibidos si está censurada su presencia en espacios públicos o en los medios de comunicación. Pero existen otros que nadie los ha prohibido o censurado que viven en un silencio oficial que nadie sabe por qué y para qué se lo ha impuesto y la gran mayoría de las veces es culpa de la autocensura de los directivos de algunas instituciones culturales.
Es muy común escuchar decir a los organizadores de actividades culturales que no invitan a este o aquel escritor, músico o intelectual porque es contestatario y es mejor evitar… Esta actitud se va tornando habitual y poco a poco, de forma mimética, ese artista o intelectual se convierte en un “prohibido” sin saber nadie el por qué.
La autocensura no solo se ve en el mundo de la cultura, de igual manera nos autocensuramos al no exigir nuestros derechos en el restaurante, al quedarnos callados en una reunión en que de alguna manera se nos ataca… Ser contestatarios no es sinónimo de contrarrevolucionario, ser contestatario es decir las cosas cuando uno no está de acuerdo con ellas. Precisamente por culpa de ese pensamiento errado intrínseco en la sociedad cubana es que nuestro país no evoluciona intelectualmente al ritmo de los intelectuales.
A veces nos autocensuramos y no calculamos el daño que nos hacemos y que hacemos a los demás. Es tiempo ya de quitarnos la venda de los ojos, son solo los ojos nuestros los que están ciegos. Son bastantes las limitaciones económicas de la Cuba de hoy para limitarnos también el intelecto. Quitémonos la camisa y enfrentémonos al mundo con el pecho abierto sin temor a recibir heridas en el, no es acaso más doloroso vivir con el corazón sangrante por no afrontar la realidad tal cual es.

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